Esta es, ha y será la última entrada del año. No pretendo predisponer por este medio enlistar cada uno de los fantasmas ocurridos en estos meses. Pero por hoy considero pertinente escribir un poco sobre todo lo ocurrido. En fin.
Este año comenzó, cómo decirlo, en un recinto místico; en realidad esto no resulta nada revelante, simplemente porque era el primer día de este año. Ahora que recuerdo, varios de mis compañeros de bachillerato y yo tomamos un curso de inglés a principios de este año, fueron escasas dos semanas pero creo yo, que fueron buenos días aquellos. Al fin y al cabo, se trataba del último semestre preparatoriano; semestre que como todos los anteriores se me habían ido muy rápidamente. Dejé a mis compañeros de preparatoria para emprender un nuevo camino. No lo sé, quizás porque ahora el tiempo ha transcurrido, pero he adquirido una actitud tan incrédula, qué diablos, a veces me harto de mi mismo. Extraño simplemente la sensación.
Lo único verdaderamente rescatable era aquella agobiante situación entre estudiar para mis exámenes y repartir el ''tiempo'' para estudiar en busca de un lugar universitario.
Y sí, es tremendamente satisfactorio el saber que las consecuencias de tu esfuerzo son favorables, una vez que eres aceptado en una universidad. Esto no lo hubiera cambiado por nada en el mundo; creo que fue lo más bonito del año.
Acerca del semestre que acaba de terminar, bueno, de ello hablé en la entrada anterior.
Termina un año grande, pero espero que el próximo sea mucho más.
Cierto, se me olvidaba; ya que esto se trata de un breve recordatorio anual, acá abajo dejaré la canción más bonita que escuche este año, simple song de the shins.
Eduardo A.
D P V