Me gusta cuando hay preguntas en el cielo, tienes la cabeza recostada en el pasto y entonces vislumbras el secreto de verano. Viajar en metro ayuda a descubrirlo, pero no encontrarlo.
Ha comenzado a llover, y con sigo las ideas han vuelto en sí, sólo cuando no te dispones a diversas tareas y ubicas tu tiempo en situaciones poco afortunadas.
El fin de un ciclo y el comienzo de otro trae consigo espectativas inmensas, muchas de ellas favorables, otras incrédulas, lo único que es verdad, es el espacio que suelo dedicarle a ello. El miedo por encontrar semejante realidad, pero nada como la idealizada, sentimiento de decepción fabricada.
Atiendo la llamada de la escuela, aun y cuando ha terminado el semestre, dejando aun menor la distancia entre uno y otro lapso.
Sólo deseo la realidad de dos ideas: acreditar mi examen universitario y poder encontrar a mi chica ideal...
(un poco de más vivencias y menos del mundo mental, como dice una vieja conocida)
Efecto mandarina